Bogotá está particularmente azul estos días, del azul que me gusta. El sol mantiene cálida la ciudad y dan ganas de caminarla toda. Es como si los astros quisieran compensarnos por los días energéticamente pesados con los que inició el año; o por lo menos para mí, el año empezó retándome emocional, espiritual y físicamente. Las mañanas son fuertes, hasta que decido salir de mi casa y Bogotá me recibe con el sol en mi cara, los pájaros cantando y una poderosa sensación de que el universo siempre nos sostiene, si tan solo nos abrimos a ver todas las cosas lindas que día a día nos regala.
En mis caminatas diarias, guiada por una fuerza interior que me obligó a parar y a estar atenta, pude ver que Rosales, el barrio donde vivo hace más de 11 años, tiene una variedad rica de plantas y árboles que decoran las calles, que los lirios morados embellecen las entradas de la mayoría de los edificios de mi cuadra, y que por las calles camina gente joven, que al igual que yo, se muestra ilusionada por un año que promete transformación y fluidez.
- Camila, co-fundadora
En mis caminatas diarias, guiada por una fuerza interior que me obligó a parar y a estar atenta, pude ver que Rosales, el barrio donde vivo hace más de 11 años, tiene una variedad rica de plantas y árboles que decoran las calles, que los lirios morados embellecen las entradas de la mayoría de los edificios de mi cuadra, y que por las calles camina gente joven, que al igual que yo, se muestra ilusionada por un año que promete transformación y fluidez.
- Camila, co-fundadora
Dejar un comentario
Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la Política de privacidad de Google y los Términos del servicio.